En medio de las discusiones sobre la seguridad financiera de Morena, surge una sugerencia poco convencional: la subasta del lujoso guardarropa, joyas, zapatos, bolsos y accesorios de Yamile Seguí, esposa de Mauricio Sahuí Rivero, reciente adquisición del partido guinda, como “Coordinador de Alianza” con la campaña de Joaquín Díaz Mena (a) “El Huacho”.
La ironía no pasa desapercibida: ¿cómo puede Morena dar la bienvenida a un priista conocido por su estilo de vida opulento, cabeza de playa de la mafia inmobiliaria peninsular que jefatura, en lo político Ivonne Ortega Pacheco, mientras aboga por la moderación y la modestia para el ciudadano común?
La llegada de Sahuí a Morena plantea preguntas sobre la coherencia del partido en su mensaje de austeridad y solidaridad con los menos privilegiados. Si Morena insta a los ciudadanos a vivir con medianía, ¿no debería exigir lo mismo a sus propios miembros, especialmente a aquellos provenientes de la élite política y económica?
La traición percibida de Sahuí va más allá de su abandono del PRI; es una traición a los ideales de igualdad y justicia que Morena pretende representar. Se cuestiona si alguien tan arraigado en el lujo y los privilegios podría realmente comprometerse con las necesidades de los más desfavorecidos.
En medio de estas reflexiones, la subasta propuesta del guardarropa de Yamile Seguí plantea interrogantes sobre el verdadero compromiso de Sahuí y su esposa con la visión de Morena y su capacidad para dejar atrás su vida de privilegios en favor de un enfoque más inclusivo y solidario.